La capacidad por no dejarse inundar con emociones negativas esta relacionada con poder visualizar un “refugio” en nuestra imaginación, cambiar nuestro dialogo interno y fisiología corporal.
Ambos componentes de la función ejecutiva del cerebro, el crear imágenes mentales y el diálogo interno, funcionan de manera inestable en las personas con TDAH.
La gente, en general, no tiene grandes dificultades para dirigir todos sus sentidos atrás en el tiempo. Pueden oír en su mente las conversaciones que han tenido con sus colegas hace una hora, pueden sentir el sabor del zumo que bebió en la comida, pueden sentir la textura de su camisa preferida.
La gente en general puede sin muchas dificultades reactivar todas las impresiones sensoriales de su pasado cuando lo necesita.
Sin embargo, de todos los sentidos, la visión es la más crucial para nuestra supervivencia. Las imágenes visuales son la primera capacidad ejecutiva.
Otra función ejecutiva es el lenguaje interno: hay una voz en tu mente y la usas para controlarte a ti mismo. Te hablas a ti mismo durante todo el día mientras estás despierto.
Imaginen la siguiente situación:
Una persona va a ser un trámite bancario, hace una larga cola de varias horas, cuando llega a la caja la dependiente le dice que tendrán que cerrar momentáneamente el banco por un problema técnico y tendrá que volver al otro día.
Por culpa de este percance la persona estuvo de mal humor, pero en lugar de hundirse se fue a su lugar preferido y pensó en otras cosas, recuperó las imágenes de sus buenos recuerdos allí para calmarse, de forma que nadie se dio cuenta de su malestar.
De hecho, la dependienta pensó que él estaba razonablemente controlado.
ÉL pudo moderar la emoción.
Esto es una capacidad ejecutiva que conduce a la gestión emocional. No mostramos nuestros sentimientos de rabia, malestar y rencor a otros, sino que los moderamos.
Otra función ejecutiva es la emoción o motivación hacia uno mismo. Las personas, en general, utilizan las imágenes y el diálogo interno para crear estados motivacionales. Esta función modifica estados emocionales y crea nuevos afectos. Es una motivación intrínseca.
Pero, ¿qué es una emoción? Una emoción es un estado motivacional. Si puedo controlar mis emociones, puedo controlar mi motivación. Puedo auto-motivarme.
¿Qué palabras son utilizadas para auto-motivarse?
Palabras como persistencia, disciplina, deseo, determinación...
La mayoría de la gente no necesita una persona con un silbato junto a ella dándole una moneda o un premio por cada tarea que realiza.
Pedro, una persona sin TDAH, puede dedicar dos años estudiando y no obtener nada a cambio.
Pasará otro año hasta que los beneficios de tener una licenciatura “quizás” lleguen.
Esta es la habilidad ejecutiva que permite un comportamiento orientado hacia el futuro: en ausencia de consecuencias acorto plazo, retrasar la recompensa.
Si es difícil crear estímulos motivacionales internos, hacerlos externos.
Todos tenemos una historia rica en distintos estados de ánimo. Para reexperimentarla, necesitamos una tecla de acceso, una asociación en el presente para inducir la experiencia original.
La mente enlaza experiencias de forma instantánea, es la forma en que interpretamos lo que vivimos como realidad.
A veces estas conexiones son muy agradables; por ejemplo, una canción que nos trae un recuerdo agradable.
Cada vez que escucha una melodía en particular, evoca uno de esos recuerdos; y cada vez que lo hace, fortalece el vínculo.
Un estímulo que está asociado a un objeto, situación o persona y trae un estado psicológico se llama estímulo condicionado.
Otros ejemplos de estímulos condicionados positivos que se suceden de forma natural son: fotografías favoritas, olores evocadores, una expresión especial de alguien querido o un tono de voz.
Los estímulos condicionados, son de hecho, normalmente externos. Un despertador suena y es hora de levantarse; el timbre de la escuela señala el fin del recreo.
Estas son estímulos acústicos. Una luz roja significa alto; un movimiento de cabeza significa sí.
Estas son estímulos visuales. Y el olor de asfalto recién puesto le lleva al momento mágico en que lo olió por vez primera en su infancia. Los publicistas intentan que la marca del producto sea un estímulo para un artículo en particular.
Un estímulo condicionado es cualquier cosa que da acceso a un estado emocional, y son tan obvias y están tan extendidas que apenas las reconocemos.
¿Cómo se crean estas “teclas de acceso directo”?
De dos maneras. Una, por repetición; si usted ve imágenes repetidas donde el rojo se asocia con el peligro, acabará enlazándolos.
Es éste un aprendizaje sencillo: el rojo significa peligro.
Otra, y mucho más importante, es que las estímulos condicionados, o como me gusta llamarlas, “teclas de acceso directo” pueden establecerse en una sola ocasión si la emoción es fuerte.
Piense en cuando usted estaba en la secundaria (es ésta una “tecla” en sí misma), y verá que lo que era interesante y atractivo era fácil de aprender, mientras que las cosas en las que no encontraba interés necesitaban mucha repetición.
Cuanto menos comprometido emocionalmente esté, más repeticiones se necesitan para aprender la asociación.
Muchas asociaciones son muy útiles. Forman hábitos y no podemos funcionar sin ellos.
Si usted conduce, usted ya tiene una asociación entre la luz verde que cambia a roja y el movimiento del pie de cierta manera en los pedales. No es ésta una operación sobre la que quiera pensar de forma consciente cada vez que sucede, y si usted no hace la relación, es posible que no sobreviva mucho tiempo.
Otras asociaciones, aunque útiles, pueden ser menos agradables. La vista de un coche de la policía de tráfico por el retrovisor nos hace dudar instantáneamente del estado de las luces del coche y a qué velocidad íbamos circulando.
Otras asociaciones no son útiles. Mucha gente asocia hablar en público con ansiedad y ataques de pánico; pensar en exámenes hace que mucha gente se ponga nerviosa e insegura. Las palabras pueden actuar como anclas: la palabra «prueba» es un anda para la mayoría de estudiantes que les hace sentir ansiedad y no ser capaces dé dar lo mejor.
En casos extremos, un estímulo exterior puede traer un estado negativo muy poderoso. Es el reino de las fobias; por ejemplo, la gente que padece claustrofobia ha aprendido una asociación poderosísima entre estar confinado en un espacio y sentir pánico, y siempre realizan esta asociación.
Para reducir el estrés de forma significativa, contamos con la ayuda de un arma poderosa: la imaginación y las cosas que nos conectan con estados de ánimo positivos.
El poder de la imaginación es superior al de la voluntad. Aunque es difícil conseguir un estado de relajación, podemos imaginar que tal estado se extiende y distribuye por todo el cuerpo, o que nos encontramos en un lugar apartado seguro y bello.
Nuestros pensamientos acaban haciéndose realidad: uno es lo que piensa que es.
Así, por ejemplo, si pensamos en cosas tristes, acabamos sintiéndonos tristes; si se tienen pensamientos ansiosos, se acaba por estar ansioso.
Para sobreponerse a estos sentimientos de tristeza y de ansiedad hay que concentrar la mente en imágenes positivas para alcanzar sus efectos curativos y conectarnos con las cosas, situaciones y personas que nos ponen en estados de plenitud de recursos.
Del mismo modo, cuando predecimos que nos vamos a sentir solos y desgraciados, es muy probable que tal predicción se cumpla ya que estos pensamientos negativos se reflejarán en una conducta social que favorecerá el aislamiento.
Una mujer que pronostique que va a tener dolor de estómago en el momento en que el jefe la llame a su despacho, sentirá con seguridad tal dolor, es decir, que es muy probable que sus pensamientos se somaticen: adquieran una manifestación orgánica.
Las enfermedades del tipo de los fibromas, tuberculosis, hemorragias y estreñimiento, empeoraban muchas veces al pensar en ellas de forma obsesiva. Es por esto que el psiquiatra francés Emil Coué recomendaba a sus pacientes que mientras caminaran se repitiera 20 veces, moviendo mecánicamente los labios, la ahora famosa frase: «Cada día, en cada momento, me siento mejor y mejor». Aconsejaba a sus pacientes que tomaran una posición cómoda y relajada, cerraran los ojos y practicaran una relajación general de todos los músculos. En el momento en que empezaran a entrar en un estado de «semiinconsciencia’>, debían evocar una idea que expresara algún deseo, por ejemplo:
«Mañana quiero sentirme relajado». De este modo, los niveles conscientes e inconscientes de la mente quedan fusionados permitiendo al inconsciente convertir un deseo en realidad.
Resumen.
La capacidad de controlar las reacciones emocionales negativas, tiene que ver con nuestra capacidad de visualizar un refugio mental y cambiar nuestro dialogo interno, ambos componentes de la función ejecutiva inestables en las personas con TDAH. Ante la dificultad que tienen las personas TDAH de realizar imágenes mentales que automotiven, se surgiere la conexión con objetos externos que sirvan de tecla y hábito para conectarnos con estados de ánimo positivos. Queda pendiente tratar con más profundidad un modelo cognitivo del TDAH.
Fuente: http://vivircontdah.blogspot.com/2010/10/tdah-adultos-y-gestion-emocional.html
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