Los síntomas de este trastorno, sobretodo la hiperactividad e impulsividad, también influyen negativamente en el área social del niño. Estos niños tienen a ser impacientes, ser más agresivos, no respetar los objetos y espacio de los demás, etc., por lo que los otros niños, en muchos casos los rechazan y aíslan: esto les causa tristeza, frustración y enojo, aumentando así las conductas inapropiadas.
Sin embargo, los síntomas de este tipo de trastorno no se dan aisladamente. Aparecen dentro de un entorno, en donde se ven influidos, no solo la persona con déficit de atención sino también su familia, compañeros, profesores y todas las demás personas que están a su alrededor. En este artículo nos centraremos en la influencia que este trastorno tiene dentro del entorno familiar.
Se ha visto que todos los miembros de la familia, tanto padres como hermanos, se ven afectados. Por ejemplo, la relación entre los padres y el niño con TDAH, suele marcarse por el conflicto, debido a que estos niños suelen ser menos dóciles, menos sumisos y requieren mayor estimulación y ayuda de sus padres, que otros niños, La comunicación entre hijos y padres también se ve perturbada ya que generalmente estos niños o jóvenes tienden a enfadarse más durante las discusiones de sus conflictos y a utilizar una comunicación y tácticas de solución de problemas más agresivas. En ocasiones, esto repercute en las percepciones que tienen los padres de sus hijos, calificándolos de manera negativa en relación a los hermanos o a otros niños.
Asimismo, esta problemática puede tener un impacto negativo en la percepción que los padres tienen acerca de su propia eficacia para disciplinar, provocándoles mayor estrés y frustración. En ocasiones, los conflictos los lleva a utilizar métodos de disciplina más agresivos y poco proactivos y, en consecuencia, tienden a utilizar menos refuerzos positivos. Estos métodos disciplinarios, generalmente empeoran el comportamiento inadecuado de los niños, por lo que se convierte en un círculo vicioso, difícil de controlar.
Además, la tensión, frustración y enojos constantes pueden influir también en la relación de pareja, entre los padres. En ocasiones, los padres reportan frecuentes enfrentamientos maritales a causa de los desacuerdos en la crianza del niño con TDAH. También, en la mayoría de los casos, los niños con TDAH demandan evaluaciones y tratamientos costosos, los cuales provocan un impacto en la economía del hogar, situación que agudiza la tensión familiar y puede influir en la relación de pareja.
Otro punto a considerar es la vida social familiar. Los padres de niños con TDAH reportan que muchas veces el comportamiento de su hijo provoca un impacto negativo en su vida social, ya que se sienten incómodos públicamente, por lo tanto, evaden salir para evitar una situación incomoda en público y disminuyen las visitas a parientes y amigos por miedo a que el niño se comporte inadecuadamente. Por lo tanto, el tiempo que se podría dedicar al ocio o diversión se recorta. Esto puede aumentar la insatisfacción al disminuir el tiempo que se comparte como familia, desencadenando mayor estrés y frustración en el entorno familiar.
Por otro lado, también los hermanos de niños con TDAH, se ven afectados por las conductas del niño. Muchas veces ellos manifiestan ser víctimas de sus abusos porque utilizan mayor agresión para solucionar sus problemas y tienden a arruinar o perder sus juguetes y objetos personales. Otras veces, se ven obligados por sus padres a ejercer la función de “cuidadores” o “guardianes” de su hermano causándoles esto frustración y enojo, por asumir roles que no les corresponden. En ocasiones, perciben que los padres les prestan mayor atención al niño con TDAH, por lo que se resienten, padeciendo entonces de sentimientos de enojo y tristeza. Consecuentemente, los conflictos que existen entre el niño con TDAH y sus padres, repercuten negativamente en los hermanos, ya que presencian mayor tensión y enojo en casa y generalmente perciben que el mal humor de sus padres, causado por la conducta del niño con TDAH, se traslada también hacia ellos. En el área social, también se ven afectados los hermanos, ya que también ellos deben recortar sus salidas o invitaciones de amigos, debido a que muchas veces se sienten avergonzados por el comportamiento de su hermano.
Por lo tanto, se ha visto que la convivencia con un niño con TDAH resulta difícil, estresante y ejerce una influencia negativa sobre la familia. Se ha evidenciado que en la mayoría de las veces, vivir en una familia con un integrante con TDAH, resulta ser más conflictiva y agotadora, acompañada continuamente de problemas familiares, con consecuencias individuales y de pareja donde se ven afectados todos los miembros de la familia.
Es por eso que cada vez más, los profesionales optan por un tratamiento multidisciplinario para este tipo de trastorno. Esto involucra no solo un tratamiento de medicamento para el niño afectado, sino también una terapia conductual que ayude al niño a controlar, de mejor manera, sus comportamientos inapropiados. Además, se ha visto que un entrenamiento de sus habilidades cognitivas, le ayuda a tener mayores herramientas para enfrentarse de mejor manera a los retos académicos. Sin embargo, por la evidencia de la influencia negativa que ejerce este trastorno al entorno familiar, es importante también, que los padres reciban un tipo de asesoramiento para lidiar con situaciones difíciles, como complemento al tratamiento del niño. La conducta del niño y la de los padres se influyen mutuamente, por lo que la mejoría por parte del niño, debida al tratamiento, repercute en mejoras en el comportamiento de los padres y viceversa. Este entrenamiento a los padres constituye un factor esencial en el éxito de la intervenciones terapéuticas, para que exista un ambiente de más armonía y satisfacción dentro del hogar, beneficiándose así, todos los miembros de la familia.
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