Este mundo, que exige que seamos entes culturales, esconde una gran fragilidad. Somos el resultado de la evolución: si nuestra historia fuese un pastel, la cultura sería un maravilloso y jugoso relleno, pero no la esencia de la receta. La base del pastel es la naturaleza, que trae consigo leyes propias para cada especie. La del ser humano, como todas, tiene sus hábitos y son estos comportamientos, forjados a lo largo de miles de años de evolución (en su doble vertiente natural y cultural), los que se han trastornado en los últimos 30 años. Ha tenido lugar una alteración de las costumbres, de las etapas vitales, de los ritmos de la vida cotidiana, del propio flujo, antes calmado, del pensamiento. De unos 20 años a esta parte, la irrupción de las tecnologías de comunicación instantánea ha quebrado por completo nuestra capacidad para mantener una atención profunda. Estamos pendientes, sí, pero solo a chasquidos superficiales, a timbres de teléfono, chirridos, lucecitas electrónicas; siempre listos para contestar, siempre localizados para todo el mundo y siempre con el pánico a perder ese cordón que nos mantiene conectados al mundo virtual que nos rodea. Pero este ser nuestro eternamente conectado nos ha llevado, como no podía ser de otra manera, a vivir en un estado de alerta constante.
Nuestro cerebro está hecho para la profundidad y la lentitud; alejarlo de esto trae un alto grado de inestabilidad. No se trata de estar en contra de la tecnología, sino de comprender si la tecnología nos sirve a nosotros o si, por el contrario, estamos destinados a ser sus siervos. Sin una profunda atención, un escritor no logrará escribir un libro, ni un poeta un poema, ni un científico podrá llevar a buen término una investigación. Sin una profunda atención se diluyen también las relaciones humanas, que están hechas solamente de amor, y el amor no es otra cosa que una forma de atención prolongada en el tiempo. Estar siempre conectados y distraídos con toda una serie de llamadas, alertas, lucecitas y pitidos nos ha conducido a una constante quiebra de la atención. Y con ella hemos perdido también la capacidad de estar despiertos y presentes en las relaciones más vitales que pueblan nuestra existencia.
FUENTE: http://www.mujerhoy.com/hoy/entre-nosotras/quiebra-atencion-susanna-tamaro-733776072013.html
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• Licenciado en Medicina y Cirugía (Universidad de Granada)
•Master en Psicobiología y Neurociencia cognitiva (Universidad Autónoma de Barcelona)
•Doctor en Medicina (Neurociencias) (Universidad de Granada)
•Especialista en Psiquiatría (Universidad de París VI)
•Especialista en Psiquiatría Infantil (Universidad de Paris V)
•Diplomado en Terapia Cognitivo-Conductual (Faculté Médicine de Saint Antoine-Paris)
•Experto Universitario en Nutrición y Dietética (Universidad de Cádiz)
•Diplomado Superior en Metodología y Epidemiología (Escuela Andaluza de Salud Pública y la Universidad de Granada)
•Residente de psiquiatría en el hospital psiquiátrico de Almería desde 1980-1983.
•Residente en los hospitales de París desde 1984 – 1989.Coordinador de la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil de Almería desde 1989-2003.
•Responsable del Programa de TDAH y Trastornos Específicos del Desarrollo Psicológico desde 1989-2000.
•Director del Laboratorio de Neuropsicología Pediátrica (Potenciales Evocados y Análisis Espectral de Frecuencias- Mapeo Cerebral) de 1993-1999 (Beca FIS).
•Responsable del Programa de Trastornos Alimentarios de la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil desde 2000-2003.
•Actualmente director del Programa de TDAH y Trastornos del Desarrollo en el Foro Los Millares.
Dr. Brown es psicólogo clínico y realizó un doctorado en la Universidad de Yale. Tiene un consultorio privado en Hamden, Connecticut y se especializa en la evaluación y el tratamiento de niños, adolescentes y adultos que tienen un coeficiente intelectual elevado y que padecen el Trastorno de Déficit de Atención (TDA) y otros problemas relacionados. Es profesor auxiliar clínico de psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale y director asociado de la Clínica Yale para Trastornos de la Atención y Problemas Relacionados.
Las dificultades de la vida no son catástrofes insalvables ni castigos de Dios, son oportunidades para cultivar, desarrollar y aprovechar tus recursos internos, tu creatividad, tu imaginación, tu iniciativa y tu inteligencia. Desde el punto de vista de la superación, cualquier problema es una oportunidad para mejorar y enriquecerse internamente.
Carl Sagan
"No veas en los obstáculos una fuente de problemas, descubre en ellos la oportunidad de superarte y enfréntalos con valentía"
En la noche más oscura, iluminaron el camino, rompieron el silencio,
parieron el coraje y siguen resistiendo.
Para el cerebro con TDAH, una lista de tareas o el desorden en la casa son obligaciones abrumadoras, lo que hace que la persona se retraiga a la computadora o videojuego, enfureciendo aún más a su pareja
"Llamamos diferente a lo que queremos que lo sea, no a lo que es"
"Nunca dejes que nadie te diga lo que no puedes hacer o lo que no eres capaz de conseguir"



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