12 marzo 2014
Escrito por Terry Matlen
Traducido por la Dra. Elena Díaz de Guereñu
Texto original en inglés
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Tengo que hacer una confesión.
Hace diez días que regresamos de unas vacaciones en familia. Y todavía tengo que deshacer la maleta, que sigue en el suelo, en medio de nuestro dormitorio. Cada mañana, cuando me levanto, la miro y me hago una nota mental: de verdad, tengo que quitar eso de en medio de una vez. Y todas las noches, cuando me voy a la cama, me hago una segunda nota mental: de verdad, de verdad, tengo que ponerme a hacerlo.
Resulta muy molesto porque, aun con estos recordatorios diarios y nocturnos, sigo posponiéndolo. Quienes no tienen TDAH no tienen que pensar dos veces en esta tontería: deshacen las maletas el mismo día que vuelven de vacaciones o al día siguiente; fin de la historia. Quienes tenemos TDAH jugamos al gato y el ratón continuamente: sabemos que está ahí, sabemos que hay que hacerlo, pero lo evitamos, lo evitamos, lo evitamos… “Es aburrido”. “Lo haré mañana”. O estamos tan acostumbrados a verlo que llega a formar parte del paisaje de la habitación.
La maleta es como una metáfora de nuestro cerebro TDAH. Podemos mantenerla cerrada y que nadie pueda ver el revoltijo que hay en el interior. Si nos confiamos o estamos a solas, la abrimos y vemos el caos de nuestros procesos mentales y cómo afecta ese caos a lo que nos rodea. En ambos casos, la maleta está ahí, llena y desordenada, y lo sabemos. Y nos damos de cabezadas.
No es algo que las personas con TDAH hagamos a propósito, esta acumulación de tareas pendientes. Para nuestro cerebro TDAH resulta difícil acometer tareas que parecen fáciles, porque bueno, ¡no son tan fáciles! ¿Cómo pasar de hacer algo que disfrutas y en lo que estás súper-concentrado a hacer algo mortalmente aburrido? Nuestra falta de sentido del tiempo hace que pensemos que nos puede costar dos horas hacerlo, cuando, en realidad, es probable que lo hagamos en diez minutos.
Sé que llegará un momento en que estaré tan harta que correré a vaciar esa maleta y guardar todo en su sitio. Una vez, me costó más de tres meses llegar a ese momento. Bueno, quizá fueron seis.
Cuando te enfrentas a una tarea que te bloquea, ya sea porque te parece demasiado difícil, demasiado aburrida o demasiado larga, recuerda que, con sólo dedicar 10 minutos, te ahorrarás horas y horas de remordimiento, obsesión y, en casos como este, daño para la vista.
Fuente: http://tdahvitoriagasteiz.com/2014/03/12/la-maleta-del-tdah/
Traducido por la Dra. Elena Díaz de Guereñu
Texto original en inglés
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Tengo que hacer una confesión.
Hace diez días que regresamos de unas vacaciones en familia. Y todavía tengo que deshacer la maleta, que sigue en el suelo, en medio de nuestro dormitorio. Cada mañana, cuando me levanto, la miro y me hago una nota mental: de verdad, tengo que quitar eso de en medio de una vez. Y todas las noches, cuando me voy a la cama, me hago una segunda nota mental: de verdad, de verdad, tengo que ponerme a hacerlo.
Resulta muy molesto porque, aun con estos recordatorios diarios y nocturnos, sigo posponiéndolo. Quienes no tienen TDAH no tienen que pensar dos veces en esta tontería: deshacen las maletas el mismo día que vuelven de vacaciones o al día siguiente; fin de la historia. Quienes tenemos TDAH jugamos al gato y el ratón continuamente: sabemos que está ahí, sabemos que hay que hacerlo, pero lo evitamos, lo evitamos, lo evitamos… “Es aburrido”. “Lo haré mañana”. O estamos tan acostumbrados a verlo que llega a formar parte del paisaje de la habitación.
La maleta es como una metáfora de nuestro cerebro TDAH. Podemos mantenerla cerrada y que nadie pueda ver el revoltijo que hay en el interior. Si nos confiamos o estamos a solas, la abrimos y vemos el caos de nuestros procesos mentales y cómo afecta ese caos a lo que nos rodea. En ambos casos, la maleta está ahí, llena y desordenada, y lo sabemos. Y nos damos de cabezadas.
No es algo que las personas con TDAH hagamos a propósito, esta acumulación de tareas pendientes. Para nuestro cerebro TDAH resulta difícil acometer tareas que parecen fáciles, porque bueno, ¡no son tan fáciles! ¿Cómo pasar de hacer algo que disfrutas y en lo que estás súper-concentrado a hacer algo mortalmente aburrido? Nuestra falta de sentido del tiempo hace que pensemos que nos puede costar dos horas hacerlo, cuando, en realidad, es probable que lo hagamos en diez minutos.
Sé que llegará un momento en que estaré tan harta que correré a vaciar esa maleta y guardar todo en su sitio. Una vez, me costó más de tres meses llegar a ese momento. Bueno, quizá fueron seis.
Cuando te enfrentas a una tarea que te bloquea, ya sea porque te parece demasiado difícil, demasiado aburrida o demasiado larga, recuerda que, con sólo dedicar 10 minutos, te ahorrarás horas y horas de remordimiento, obsesión y, en casos como este, daño para la vista.
Fuente: http://tdahvitoriagasteiz.com/2014/03/12/la-maleta-del-tdah/
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