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miércoles, marzo 23, 2011
TRATAR EL TDAH
¿Merece la pena tratar el TDAH?
Dra. María Jesús Mardomingo Sanz
Profesora de la Universidad Complutense, Madrid.
Jefa de la Sección de Psiquiatría y Psicología Infantil.
Hospital G.U. Gregorio Marañón, Madrid.
En las últimas jornadas de ADANA celebradas en Barcelona, en las que
se conmemoraba el X Aniversario de su fundación, una persona de la
audiencia planteó durante el coloquio una pregunta trascendental:
¿merece la pena tratar el TDAH?
La pregunta, aparentemente sencilla, se basaba en el siguiente
razonamiento: si el TDAH es un trastorno psiquiátrico con un elevado
componente genético, y de momento los genes no se pueden cambiar
¿tiene sentido dedicar tanto tiempo y esfuerzo para llevar adelante el
tratamiento?
En la mayoría de las enfermedades – y no sólo en los trastornos
psiquiátricos- el tratamiento mejora el cuadro clínico e incluso cura
a un buen número de pacientes. El modo de hacerlo consiste en
modificar los mecanismos implicados en la génesis y desarrollo del
trastorno, sin que eso suponga necesariamente eliminar una causa
concreta e identificable. Esto es así, entre otras razones, porque
rara vez las enfermedades responden a una causa única. Incluso en los
casos en que eso sucede, como en las enfermedades infecciosas, la
respuesta al tratamiento depende de otros factores complementarios
como las defensas inmunitarias del individuo y otras circunstancias
personales y ambientales.
Por tanto, volviendo a la pregunta, ¿merece la pena tratar el TDAH?
La respuesta es sí, pues así lo avala la evolución tan diferente de
los pacientes tratados cuando se comparan con los no tratados.
los niños tratados van mucho mejor en el colegio, se sienten más
felices en las relaciones con los compañeros, tienen menos conflictos
con los padres y los profesores, se sienten más seguros y confiados
con una imagen personal más positiva, se consideran capaces de
enfrentarse a la vida y al futuro y sufren menos depresión y angustia.
Tienen además un riesgo menor de tener problemas graves de
comportamiento y de consumir drogas en la adolescencia.
Las tasas de mejoría con el tratamiento no son nada despreciables y
superan a las que se dan en otras muchas enfermedades. De acuerdo con
el estudio MTA el cuadro clínico remite en el 59% de los casos
tratados con medicación y en el 68% de los casos tratados con
medicación y terapia del comportamiento.
En otros estudios el 70% de los pacientes mejora al ser tratados con
fármacos dopaminérgicos o noradrenérgicos.
La respuesta al tratamiento depende del cuadro clínico y del medio
familiar, educativo y social. El tipo de intervención terapéutica
deberá tener en cuenta esas circunstancias. La gravedad de los
síntomas y el sufrir otros trastornos psiquiátricos asociados –también
denominados trastornos comórbidos- empeora el pronóstico, así como el
Cociente Intelectual límite, el que los padres sufran trastornos
psiquiátricos o el que no sean capaces de aplicar los criterios
educativos adecuados. Otro factor fundamental es que el paciente y los
padres cumplan el tratamiento, tomando de forma correcta la medicación
e implicándose en los compromisos terapéuticos adquiridos.
De acuerdo con el estudio MTA la respuesta al tratamiento
depende no sólo del tipo de terapia que se aplique sino también de los
llamados factores mediadores y moderadores. Son factores mediadores,
la asistencia a las consultas médicas –que es un aspecto esencial del
cumplimiento-, la prescripción de la medicación por parte del médico y
la eficacia educativa de los padres. Son factores moderadores de la
respuesta al tratamiento el sexo del paciente, la comorbilidad, el
nivel socioeconómico desfavorecido, la gravedad del cuadro clínico, el
que los padres sufran trastornos psiquiátricos y el Cociente
Intelectual del niño. La elección de una u otra forma de intervención
terapéutica deberá tener en cuanta estas circunstancias, de tal forma
que el tratamiento sea personalizado.
El análisis de los resultados del MTA pone de manifiesto que en
opinión de los padres los niños con depresión comórbida responden
mejor a la terapia cognitivo-conductual que los que sufren ansiedad.
Asimismo los profesores consideran que en los niños de un nivel
socioeconómico desfavorecido, el tratamiento más eficaz es el que
combina la medicación con la terapia de conducta.
Por otra parte la depresión de los padres es uno de los factores que
de modo más claro contribuye a disminuir la eficacia del tratamiento
empeorando de modo considerable el pronóstico.
Otro dato a destacar es que el sexo de los niños no es un factor
determinante en la eficacia del tratamiento ni el hecho de que ya
hayan sido tratados previamente con fármacos estimulantes. Los niños
que mejoran más en el estudio son los que cumplen tres condiciones:
tomar medicación, seguir una terapia de conducta y tener unos padres
capaces de llevar a la práctica unos criterios educativos dirigidos al
control de la conducta del hijo y la disciplina.
Los autores de este estudio concluyen que pueden identificarse cinco
grupos de pacientes de entre aquellos que son tratados bien sólo con
medicación o con medicación y terapia de conducta:
Grupo A:
niños con sintomatología inicial de TDAH leve y escasos síntomas
depresivos en los padres. El 73% tienen una respuesta excelente al
tratamiento.
Grupo B:
niños con sintomatología inicial de TDAH leve y depresión de los
padres moderada-grave. El 59% tienen una respuesta excelente al
tratamiento.
Grupo C:
niños con sintomatología inicial de TDAH moderada grave y Cociente
Intelectual alto, y padres con depresión moderada grave. La tasa de
respuesta excelente al tratamiento desciende al48%.
Grupo D:
niños con sintomatología inicial de TDAH moderada grave y depresión
leve de los padres. Respuesta excelente en el 48%.
Grupo F:
niños con sintomatología inicial de TDAH moderada grave y Cociente
Intelectual bajo, y padres con depresión moderada grave. La tasa con
respuesta excelente es tan sólo del 10%.
Para concluir
¿merece la pena tratar el TDAH? Sí, merece la pena,
pero la eficacia del tratamiento depende de múltiples factores, unos
del paciente, otros de la familia y otros de la pericia del médico que
debe saber elegir las intervenciones terapéuticas más adecuadas para
cada paciente.
Referencias
- Owens EB, Hinshaw SP, Arnold LE, et al.
Which treatment for
whom with ADHD? Moderator of treatment response in the MTA.
J. Consult Clin Psaychol. 2003; 71:540-552.
- Hinshaw SP.
Moderators and mediators of treatment outcome for
youth with ADHD: understanding for whom and how interventions
work. J Ped Psychol. 2007; 32:664-675.
Fuente: http://edu.jccm.es/cpr/valdepenas/index.php?option=com_remository&Itemid=100002&func=startdown&id=504
A mi me parece el mismo discurso de siempre, con estudios a corto plazo y pocas pruebas concluyentes. La efectividad del tratamiento depende de demasiadas cosas ¿no? En las jornadas de ADANA, a estas alturas ¿alguien no sabe quien mantiene ADANA? Yo no le voy a dar esa porqueria al mio, pero respeto al que lo haga.
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